Pero, oh, muerte!, no puedo
rehuirle; la muerte debe llegar
cuando él se haya ido.
CORO
Las grandes mentes
conspiran contra si mismas
y evitan la cura
que más desean.
DIDO
Tu mano, Belinda;
me envuelven las sombras.
Déjame descansar en tu pecho.
Cuánto más no quisiera,
pero me invade la muerte;
la muerte es ahora una visita
bien recibida.
Cuando yazga en tierra, mis
equivocaciones no deberán crearle
problemas a tu pecho; recuérdame,
pero, ¡ay!, olvida mi destino.
(Cupido aparece en las nubes,
sobre su tumba)
CORO
Tú, Cupido,
vienes alicaído
y esparces rosas sobre su tumba,
dulces y tiernas como su corazón.
Mantén aquí tu vigilancia y no
partas nunca.
DANZA DE CUPIDO
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