jueves, 14 de abril de 2011

Recuérdame, pero, ¡ay!, olvida mi destino.

Pero, oh, muerte!, no puedo

rehuirle; la muerte debe llegar

cuando él se haya ido.

CORO

Las grandes mentes

conspiran contra si mismas

y evitan la cura

que más desean.

DIDO

Tu mano, Belinda;

me envuelven las sombras.

Déjame descansar en tu pecho.

Cuánto más no quisiera,

pero me invade la muerte;

la muerte es ahora una visita

bien recibida.

Cuando yazga en tierra, mis

equivocaciones no deberán crearle

problemas a tu pecho; recuérdame,

pero, ¡ay!, olvida mi destino.

(Cupido aparece en las nubes,

sobre su tumba)

CORO

Tú, Cupido,

vienes alicaído

y esparces rosas sobre su tumba,

dulces y tiernas como su corazón.

Mantén aquí tu vigilancia y no

partas nunca.


DANZA DE CUPIDO

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